(1947-década de 1960)
La Color Field Painting es una de las corrientes derivadas del expresionismo abstracto, cuyo término fue empleado por primera vez en 1950, para describir la obra de varios pintores, sobre todo, la de artistas tales como Barnett Newman, Mark Rothko y Clyfford Still.
Originalmente, la esencia del estilo consistía en cubrir grandes lienzos con pocos o un solo color, con la intención de generar emoción y contemplación en los espectadores.
Europa se hallaba devastada por el efecto de dos grandes guerras mundiales. Ello derivó en que, por primera vez en la historia, los Estados Unidos se convirtiesen en el crisol del diseño y el arte en general, gracias a la labor de los artistas emigrados allí, quienes pronto se amalgamaron a las escuelas de arte del país.
En este ambiente de renovación y regeneración surgió el creativo estilo Colorfield Painting, de la mano con el movimiento del expresionismo abstracto, en la década de los años cincuenta.
“Me interesa la expresión simple de pensamientos complejos”.
Mark Rothko.
Expresar el infinito
De raíces fovistas, surrealistas y expresionistas, la Colorfield Painting se basó en el uso de grandes superficies, barnizadas con la fusión de dos o tres colores lisos, o incluso de un solo color.
Debido a su interés en la mitología y la religión, los exponentes de la Colorfield Painting explotaron al máximo el potencial expresivo del color, que usaron sobre grandes zonas o campos para estimular al espectador hacia la contemplación.
Estas gigantescas pinturas solían realizarse en series, pensadas para ser admiradas en conjunto. Ello inducía al espectador a experimentar una sensación semirreligiosa y espiritual.
Cada quien, por su lado, anhelaba expresar la idea de que el arte podía brindar a los espectadores efectos infinitos, y no solo el mero placer estético. Para ello, prefirieron los colores vibrantes y potentes, para liberar o inspirar intencionadamente emociones en el público.
Estos artistas no se interesaron en crear diseños abstractos o imágenes figurativas. Tampoco les preocupaban, por ejemplo, las pinceladas ni el contraste tonal, sino que, más bien se concentraban en cubrir cada lienzo con grandes superficies pintadas con gran densidad.
“Prefiero dejar que mis pinturas hablen por sí mismas”.
Barnett Newman.
Sin fronteras
Los pintores de la Colorfield Painting nacida en la ciudad de Nueva York tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, fueron los primeros en evitar plasmar deliberadamente una forma sobre un fondo, aunque esta fuera sugerida.
En cambio, se concibió cada lienzo en el mismo orden de importancia, sin un tema o elemento central. Además, se enfatizó en la eliminación del marco en los cuadros, lo que sugiere la inexistencia de fronteras que separen la obra de arte del resto del mundo.
Del mismo modo que el resto de expresionistas abstractos, los pintores colorfield trabajaron cada cual, por separado, pero todos compartían las mismas ideas y teorías acerca del hecho pictórico.
Sus líneas desdibujadas generan confusión y dificultan al espectador la comprensión de la profundidad y la distancia, lo que hace ilegible las obras.
Rituales pictóricos
Rothko afirmó en una ocasión: “No soy un artista abstracto; solo me interesa expresar emociones humanas”. Muy cercana a las ideas del pintor ruso Malévich sobre el suprematismo, la Colorfield Painting original consistía en suscitar en el espectador una experiencia espiritual, a partir de la aplicación de color sobre campos lisos.
Todas estas obras fueron deliberadamente creadas para evocar tales sentimientos. De hecho, Rothko mantenía sus rituales pictóricos en secreto. Su método era casi religioso.
Pintaba imbuido en la luminosidad de varios focos de escenario, pero, paradójicamente, insistía en que sus obras se vieran bajo luz tenue, de tal modo que el color pareciera flotar. También fue muy categórico acerca de cuándo y dónde mostrar sus pinturas.
“Espero que mi pintura tenga el impacto de evocar en alguien, como hizo en mí, la sensación de su propia totalidad, de su propia separación, de su propia individualidad”.
Barnett Newman.
Hardedge Painting
El Hardedge Painting fue otro estilo que surgió de la Colorfield Painting, en la década de los años sesenta. Sus exponentes, al igual que los pintores colorfield, aplicaban colores intensos con suma delicadeza, con tal de reafirmar la lisura de las superficies.
En lugar de desdibujar los bordes, los pintores hardedge trazaban líneas claras y contornos perfectamente bien definidos. Todos influidos poderosamente por el cubismo sintético, la Bauhaus, el neoplasticismo y el suprematismo, este grupo de pintores reaccionaron en contra del planteamiento gestual y desestructurado, característico del expresionismo abstracto.
Eliminación de los detalles superfluos
El profesor Hans Hofmann, quien había trabajado en París en colaboración con Robert Delaunay, fue uno de los principales líderes catalizadores tras la desaparición de la Colorfield Painting.
Los rectángulos de colores eran característicos en sus pinturas, plasmados con la intención de transmitir tranquilidad. Para el año de 1947, Rothko produjo enormes lienzos pintados con colores neblinosos, sin forma definida, en un intento por provocar sensaciones específicas.
Por otra parte, ese mismo año en que Rothko expuso por primera vez sus obras al estilo colorfield, Clyfford Still también brilló en distintas exposiciones, con sus lienzos saturados de color.
A diferencia de Hofmann o Rothko, las composiciones de Still eran bastante irregulares, hechas con jirones de tela o de papel rasgado. No obstante, la madurez y simplicidad de las formas era mucho más distintiva en Barnett que en Rothko o Still.
Newman cubría sus lienzos con color, divididos entre una o dos líneas verticales sencillas. Pese a sus diferencias, todas las obras del estilo colorfield comparten la eliminación de los detalles superfluos, el énfasis en la superficie en dos dimensiones, la necesidad del artista de expresar sus emociones más íntimas, e inducir al espectador hacia un estado contemplativo.
Abstracción pospictórica
El término “abstracción pospictórica”, fue acuñado por primera vez en el año de 1964 por crítico Clement Greenberg, para describir la obra que luego será conocida con el nombre de minimalismo, Colorfield Painting y Hardedge Painting.
Tal y como Greenberg describió su planteamiento, la abstracción pospictórica es una expresión cerebral y desapegada de la pintura, que rechazaba las texturas y las líneas y, en su lugar, empapaba los lienzos de color.
Posteriormente, Helen Frankenthaler llevó aún más lejos las ideas y premisas de la Colorfield Painting. La artista, de origen cubista, comenzó a teñir con óleo diluido y pintura acrílica los lienzos, sin imprimación.
De este modo, el pigmento era parte integral de la obra, lo que hace que los grandes colores lisos de sus cuadros se muestren espiritualmente etéreos. Frankenthaler, fue una de las creadoras participantes en la de Los Ángeles de 1964, que Greenberg tituló: “Abstracción pospictórica”.
En conclusión, la Colorfield Painting utilizó grandes extensiones de color sobre lienzos enormes que invitan a la contemplación.