(1917-1934)
La historia del arte ruso de vanguardia, de inicios del siglo XX, es una que se antoja difícil de narrar, ya que, una vez acaecida la Revolución de octubre, mucha documentación, así como numerosas obras de arte, fueron arrasadas.
Sin embargo, algunas de ellas permanecieron inalterables, cambiando el curso de la arquitectura, diseño y del arte moderno en general. Los dos estilos preponderantes fueron el suprematismo, por un lado, y el constructivismo, por otro.
Rusia seguía siendo un imperio regido por el zar Nicolás II durante los primeros diez años del siglo XX. Sin embargo, tras los acontecimientos de 1918 y el fin de la Primera Guerra Mundial, el planeta entero dio un vuelco ideológico irrevocable, sin precedentes en la Historia.
Paralelamente, los avances tecnológicos y los inventos mecánicos, tales como la cadena de montaje del modelo Ford T de automóviles, las aspiradoras domésticas, escaleras mecánicas, bombillas eléctricas y, por supuesto, la invención de la fotografía, modificaron sensiblemente la vida cotidiana de las personas.
Espacio negativo
Al igual que el suprematismo, el constructivismo estuvo influido por el cubismo, (sobre todo por la escultura cubista), el futurismo y el neoplasticismo. Vladímir Tatlin viajó de Rusia a París, en el año de 1913, momento en el cual conoció y visitó al pintor español Pablo Picasso y se inspiró con sus construcciones y ensamblajes de collage en tres dimensiones.
Tatlin creía que el arte debía reflejar por sobre todas las cosas el mundo industrial moderno. De modo que, a su regreso a su país natal, comenzó a diseñar construcciones de corte abstracto en relieve, utilizando chatarra y materiales industriales.
Desde entonces, Tatlin se convirtió en un defensor de la idea de que el espacio que quedaba alrededor y entre sus objetos (el espacio negativo) era tan fundamental como la propia estructura.
Así, entre los años de 1913 a 1917, Tatlin creó relieves pintados en construcciones, que no refieren en forma alguna a objetos comúnmente identificables ni a temas representativos.
A partir de 1915, el artista trabajó de la mano de Alexander Ródchenko, y entre ambos produjeron construcciones y diseños geométricos absolutamente abstractos, claramente influidos por el cubismo, el futurismo, el suprematismo y el neoplasticismo.
Dos puntos de vista
Apenas finalizada la Revolución, en 1917, apareció en escena un grupo de artistas noveles rusos originales. Tras pasar varios años en Europa, luego del retorno de Kandinsky a Rusia, procedente de Alemania, y pese a todas las adversidades, también los hermanos Naum Gabo y Antoine Pevsner pudieron arribar de nuevo a su país de origen.
Expresaron en sus obras con gran vehemencia sus ideales políticos, mediante conceptualizaciones propias e interpretaciones personales de la realidad circundante.
El constructivismo fue un término ideado por Pevsner, extendido ya en 1920. Incluso antes de esa fecha, desde su propio nacimiento, la idea del constructivismo se centró en dos planteamientos distintos.
El primero era la total convicción de Tatlin en que la función del arte era una netamente social, de manera que los artistas debían subordinar toda individualidad al bien colectivo. Se abocó a la creación de formas novedosas, con base en la utilización de nuevos materiales, acordes con los nuevos tiempos y el nuevo orden social establecido.
El segundo aspecto surgió de las creencias de Kandinsky y Malévich en que el arte es, o debe ser, ante todo, un oficio personal y no público, así su objetivo último sea la generalización.
Sin duda, un punto de vista con un trasfondo moral y espiritual, posteriormente refrendado por Gabo y Pevsner, y que terminó por convertirse en un aspecto esencial de gran parte del arte subsiguiente.
La coyuntura política rusa
Con el derrocamiento del Gobierno provisional de Kérenski por parte de los soviets y la abdicación del zar, en marzo de 1917, el arte vanguardista floreció en Rusia, aun en medio de la confusión generada durante los primeros años del régimen comunista y la guerra civil.
Muchos pensadores vanguardistas rusos fueron llamados a servir en puestos burocráticos dentro de las instituciones del Estado, y fue entonces cuando el estilo constructivista se decantó por el nuevo pensamiento progresista.
Abstracciones geométricas
László Moholy-Nagy, pintor de origen húngaro, vivió en Berlín durante dos años, a partir de 1922. Sería allí, en Alemania, donde pudo ser testigo de varios ejemplos de arte vanguardista, tales como el suprematismo y el constructivismo rusos.
Moholy-Nagy experimentó con la fotografía durante varios meses y se acercó a la arquitectura mediante la representación de máquinas en sus lienzos, cada vez con un mayor abstraccionismo, regido por las ideas constructivistas. Posteriormente, fue maestro en la Escuela Bauhaus.
Redujo los elementos a sus contornos planos En concordancia con los postulados constructivistas fundamentales, formas geométricas y líneas simples, una idea que difundió por todo el mundo mientras enseñó.
Temas experimentales y objetivos
El constructivismo surgió en respuesta a los avances en la tecnología y la vida contemporáneas, con la intención de modernizar el arte, el diseño y la arquitectura.
A su regreso a Rusia, Gabo y Pevsner se suscribieron al movimiento, e introdujeron elementos aún más escultóricos y referencias más directas a la tecnología, la arquitectura y la maquinaria.
Kandinsky también se sumó a Gabo y Pevsner. Cabe destacar que, Tatlin consideraba esa aproximación demasiado envuelta en un halo de misticismo para poder funcionar con la objetividad necesaria.
De entre los exponentes constructivistas más reconocidos se encuentran Osip Brik, Liubov Popova, Ródchenko, Varvara Stepanova, Alexei Gan y Alexander Vesnin. En 1922, se publicó el manifiesto del movimiento, conocido como Gan Constructivismo.
“Sostengo que estas imágenes son la realidad misma”.
Naum Gabo.
La década 1918 a 1928 estuvo signada por la gran crisis económica y social en la Rusia del momento. Los cambios de régimen eran constantes y, durante ese período, la oposición oficial al arte progresivo se recrudeció. Numerosas escuelas nuevas, organizaciones de artistas y museos desparecieron.
Los planteamientos esenciales del estilo constructivista permearon en Alemania y los Países Bajos, ganando una enorme popularidad internacional. La abstracción pura se concebía como un pensamiento novedoso y avanzado por parte de las personas, hartas de una sociedad que había engendrado tan solo abominación y muerte.
El constructivismo también apostó por la escultura, la pintura, la construcción y la cinética, percibido a sí mismo como un arte progresista y moderno, abocado en los temas experimentales y, cuyo objetivo primordial era el rechazo de la emocionalidad, a partir de un nuevo planteamiento metódico.
“Solo sabemos lo que hacemos, lo que construimos, y lo que hacemos y construimos son realidades”.
Naum Gabo.
La Torre de Tatlin
Mientras ostentó el cargo de director de la Oficina Artística del Comisariado en Moscú, encargada de crear monumentos que glorificaran a la Madre Rusia y sus luchas intestinas, Tatlin produjo, entre otras obras, una maqueta para su Monumento a la Tercera Internacional Socialista, entre 1919 y 1920.
Se trata de una obra también reconocida por el nombre de la Torre de Tatlin, construida en hierro, vidrio y acero, con un armazón integrado por cuatro grandes construcciones geométricas suspendidas y rotatorias a velocidades distintas.
Pocos años después, el régimen soviético decidió que el constructivismo no servía como propaganda y así, en 1934, Stalin, líder del Partido Comunista desde 1924, lo abolió. Sin embargo, sus ideas pervivieron e influyeron en el arte posterior, sobre todo en el diseño industrial y la arquitectura occidentales.
En conclusión, la idea fundamental del constructivismo era organizar los materiales para construir espacio sin masa.