Edad de Oro de los Países Bajos

En los albores del siglo XVII, luego de la aparición del barroco y la sobrevenida de las grandes escisiones religiosas por efecto de la Reforma, surgió en Flandes, Países Bajos, un estilo pictórico portentoso y cargado de un realismo sin precedentes en la historia del arte europeo.

En esos momentos Flandes se erigía como el lugar más rico del mundo, gracias a la expansión de las fronteras y al auge del comercio ultramarino. Era la región que ostentaba con orgullo el mayor de nivel de alfabetización de Europa, hecho que llevó a romper los vínculos con la Iglesia.

La población se reveló y los artistas se desperdigaron en busca de mecenazgo. Doquiera que llegaban, se les auspiciaba a representar las nuevas ideas y filosofías que se estaban apoderando de las mentes de la época.

Lo que podemos denominar como la Edad de Oro de los Países Bajos, fue el período que se extendió entre los años de 1620 a 1700 y, en realidad, coincidió con el Barroco, aunque con grandes diferencias en cuanto a las técnicas y planteamientos.

El arte desarrollado en Flandes, carece de la idealización y la exuberancia típicas del Barroco. Ello, debido a la diferencia en las actitudes y creencias del público para quien estaba dirigido. Un público culto y diligente, pero muy devoto y con gustos mucho más simples.

También, muchos de estos creadores eran proclives a los planteamientos estilísticos del barroco, tales como la atención al detalle realista, o los espectaculares efectos de luz y tonalidades, así como la teatralidad impresa en las composición.

El espejo de la naturaleza

Las pinturas más populares de la época son las que tratan de temas de la vida cotidiana. Los efectos de la luz que se filtraba por las ventanas, fueron uno de los elementos que se adoptaron directamente del barroco italiano.

En el cuadro, un pintor dibuja a una joven trabajando en su taller. La modelo se halla delante de un gran mapa de los Países Bajos, cubriendo una pared. Una lámpara de lágrima separa al norte del sur, como símbolo de las divisiones políticas y religiosas existentes entre los países.

Además, la pintura incluye otros elementos simbólicos, algunos de los cuales aluden al catolicismo y a su abolición. Johannes Vermeer, fue uno de los artistas revolucionarios, quien osó seguir siendo católico en una sociedad eminentemente protestante.

Johannes Vermeer, El arte de la pintura, c. 1666, óleo sobre lienzo.

Escenas cotidianas

Los creadores neerlandeses se centraron en la representación de temas seculares, siguiendo la filosofía protestante según la cual el ser humano no debe buscar ídolos falsos.

Los mecenas de estos artistas eran gente común y corriente. No se trataba, en ningún caso, de personajes de la realeza, gobernantes poderosos o líderes religiosos de trascendencia.

Esta gente auspiciaba el arte por el simple hecho de su disfrute, pero también para mostrar progreso económico al rodearse de un cúmulo de obras bellas, que sedujeron a las clases medias más pudientes.

Sus temas predilectos eran los hechos históricos, bodegones, paisajes, retratos y escenas de la vida cotidiana de tipo costumbrista. Concentrados en la habilidad técnica y la precisión, el tamaño de estos frescos era relativamente pequeño, pensados para decorar hogares y comercios.

El auge económico de los Países Bajos resonó en un aumento de los encargos hechos a los artistas. Las pinturas debían satisfacer a plenitud los gustos más exigentes. Por lo tanto, los pintores se abocaban a retratar las tendencias en boga, las modas locales y foráneas.

Genios de la pintura como Van Eyck se consideraban incomparables, debido a la gran atención impuesta al detalle. Ello impulsó a varios artistas, que habían visitado Roma, a pintar con una clara influencia de Caravaggio, haciendo énfasis en los tonos claros y oscuros. Este fenómeno se conoció como el caravaggismo de Ütrecht.

Pintura popular

Aunque el pueblo llano se encontraba compuesto por gente adinerada, nunca antes en la historia hubo tal producción artística, ideada para el deleite público y privado.

De hecho, ocurrió que, una vez llegado a Amsterdam, la capital holandesa, un viajero inglés describió asombrado cómo los comercios se encontraban abarrotados de cuadros, así como el orgullo demostrado por los mecenas de pintura, emocionados con sus artistas.

Por otro lado, en aquellos años, la producción de esculturas en Holanda era ingente; las principales expresiones artísticas eran la pintura y los aguafuertes. Los artistas debían pasar varios años formándose como aprendices, antes de trabajar por su propia cuenta.

Esto, a diferencia del resto de Europa, donde recibían encargos y producían su propia obra, con la esperanza de negociarla en importantes ferias de arte que se organizaban para tal fin.

He reflejado la emoción más honda y real, por eso he tardado tanto en ejecutarlos

Rembrandt van Rijn.

Temas pictóricos

Entre los temas de la pintura de los Países Bajos figuraban los de tipo histórico, es decir, representaciones de eventos y hazañas del pasado. Sin embargo, también se escenificaron episodios bíblicos, alegóricos y mitológicos.

También, los cuadros con paisajes marinos se vendían muy bien, así como las imágenes costumbristas de personas retratadas en sus vidas cotidianas, herencia ineludible de las pinturas de interior, propias del Renacimiento nórdico temprano.

Los bodegones se hallaban descritos con gran detallismo y precisión asombrosas. Remembranzas de lo efímero de la existencia y del absurdo de la vanitas, o vanidad.

No obstante, seguramente, el retrato fuera lo más importante en la pintura flamenca, debido a ese deseo originado en la clase media por dejar su rostro enmarcado para la posteridad.

Los pintores más destacados en este período de la Historia del Arte fueron, sin duda, Rembrandt, Frans Hals, De Hooch, Ruysdael, Vermeer y Steenwyck. En conclusión, el arte flamenco fue una extraordinaria demostración de realismo y una explosión de luz y color.

En resumen, color y realismo fantásticos