Futurismo

(1909-1916)

Paralelamente al surgimiento y evolución del cubismo en Francia, entre los años 1909 y 1916, nace en Italia un nuevo movimiento, que debatía otro tipo de ideas acerca del mundo y el arte con gran vigor y vehemencia: el futurismo.

Este grupo de revolucionarios y sedicentes artistas futuristas, buscaron superar el arte tradicional italiano, a partir de una mirada hacia un futuro dominado por la modernidad y los avances tecnológicos e inventos mecánicos.

Este fue el único movimiento completamente italiano considerado como de vanguardia en el siglo XX. Fue en el año de 1909 cuando el poeta Filippo Tommaso Marinetti redactó y publicó un manifiesto, que alababa y honraba la fuerza y el ímpetu juvenil, el movimiento de las máquinas, su potencia y su velocidad.

Sin embargo, en ese momento, todas las ideas se circunscribían a la mera teoría y no existía una obra en sí misma que pudiese ser realmente catalogada como futurista.

Para Marinetti y sus colegas, los aviones, los trenes y los automóviles, al igual que otros avances tecnológicos, representaban la emoción de la promesa de un futuro inmediato, mucho más prometedor y amable para todos. Consideraban que había que sustituir de inmediato las ideas clásicas y renacentistas por lo nuevo.

Glorificación de la violencia

Luego de la publicación del manifiesto futurista en el diario italiano La Gazzetta dell’Emilia y, posteriormente, un mes después, en el periódico francés Le Figaro, las ideas revolucionarias permearon en otros escritores, artistas, arquitectos,diseñadores y compositores, convencidos de que la era mecánica mejoraría la vida de las personas.

No obstante, un segundo manifiesto titulado Manifiesto de los pintores futuristas, fue publicado y firmado en el año de 1910 por Luigi Russolo, Giacomo Balla, Gino Severini, Carlo Carrà y Umberto Boccioni.

Dicha obra contenía postulados incluso más específicos que los del manifiesto previo de 1909, de Marinetti, ya que en él se exhortaba a los artistas italianos para que se deslastraran del pasado de una vez por todas, y dejaran de regodearse en él para pasar a mirar hacia adelante.

Criticaron con fruición a la pintura clásica y, en cambio, admiraban profundamente la moderna. Tan solo un mes más tarde, se produjo la publicación del Manifiesto técnico de la pintura futurista, de gran importancia. En sus líneas se impulsa a los artistas a hallar su propio método para representar el dinamismo y el movimiento en su arte.

Más de cincuenta manifiestos futuristas, cada uno con información sobre las distintas visiones de los artistas acerca del arte, fueron publicados en siete años, específicamente entre 1909 y 1916.

En todos ellos, además de la industrialización y la tecnología moderna, los futuristas se vieron influidos enormemente por las ideas derivadas de los estilos neoimpresionista, cubista, expresionista y, sobre todo, por las composiciones musicales de Igor Stravinsky.

Todo aquello que tuviese relación con las máquinas y la tecnología, incluso la guerra, les resultaba novedoso y emocionante. Según la filosofía futurista, la velocidad y los nuevos inventos modernos eran dignos de ser plasmados en las obras de estos autores.

De suyo, describían la guerra como “la única higiene del mundo”, glorificando con esta frase la violencia, hasta que debieron retractarse por razones obvias durante la Primera Guerra Mundial.

Dinamismo de un ciclista

Los artistas pertenecientes al movimiento futurista bebieron de las tecnologías modernas y celebraron la potencia de las máquinas en su intento por expresar dinamismo.

La obra ilustra de manera abstracta a un ciclista montado en su bicicleta. Una vez se logra deslindar la figura de la máquina, se pueden reconocer otros elementos tales como el paisaje montañoso, bañado por un sol intenso y metálico.

Los trazos rotos, con marcas breves, vetas cortas y circulares con las que se representan las ruedas y los piñones, generan en el espectador la sensación de movimiento y velocidad.

Boccioni logró el objetivo de dar la sensación de dinamismo al lienzo, mediante la utilización de líneas diagonales y puntiagudas en ángulo, creando el ritmo a partir de un patrón repetitivo.

Dinamismo de un ciclista, Umberto Boccioni, 1913, óleo sobre lienzo.

Rechazo del pasado

Italia se encontraba inmersa en una crisis cultural y de valores, emparedada entre las glorias pasadas y los avances de la modernidad. De allí que los artistas azuzaran a sus seguidores para prender fuego a las academias y museos, en franca oposición a la idea de pintar desnudos. También, estos creadores anhelaban destruir el pasado a través de la representación del conflicto bélico.

Anhelo pintar lo nuevo, el fruto de nuestra era industrial”.

Umberto Boccione.

Ritmo y secuencia

En su manifiesto, Marinetti había descrito el nacimiento de la belleza de la velocidad, pero, sobre todo, esa misma vitalidad que los futuristas buscaban plasmar en sus obras.

Para ello, se dedicaron a pintar líneas rítmicas y repetitivas, así como formas difuminadas en secuencias rotas, demostrando su cercanía con el arte fotográfico y el descubrimiento reciente de los Rayos X.

Los objetos aparecían representados simultáneamente desde diferentes perspectivas, aunque no con la misma vehemencia que en el cubismo. Los colores y pinceladas, sinuosas y atrevidas, curvas o diagonales, generaban la impresión de luz y movimiento en planos de dos y de tres dimensiones.

Si bien muchas de las obras futuristas representaban el mundo real, también las hubo abstractas, puesto que la idea primordial de los artistas era que la intuición y la simultaneidad, esto es, las múltiples perspectivas, privaban sobre una planificación esmerada.

La primera gran exposición futurista se celebró en Milán, en el año de 1911. Un año después, el grupo organizó una segunda muestra que se inició en París con un periplo que pasaría por Viena, Londres, Zürich, Bruselas y terminó en Berlín, Alemania.

Las ideas futuristas se difundieron rápidamente en todos estos países, inspirando a muchos otros artistas y creadores con sus planteamientos revolucionarios radicales.

Criticaron al cubismo, un estilo al que consideraban anticuado. No obstante, el tiempo se pondría del lado de este, otorgándole una mayor influencia y alcance en la Historia del Arte que al futurismo, a pesar de que este último permeó en la poesía y la música escultórica.

 “Una nueva belleza se ha incorporado al esplendor del mundo, la belleza de la velocidad”.

Filippo Tommaso Marinetti.

Repercusiones de la guerra

El anhelo de futuro llevó a los futuristas a subestimar el carácter absurdo, fútil de la guerra; o el inmenso poder destructor de la metralla, a la cual rindieron tributo, hasta que los estragos de la guerra hicieron recular a esta visión de las cosas. La ingenuidad se hizo añicos.

Boccioni y el arquitecto futurista Antonio Sant’Elia murieron en combate, en 1916, y Russolo quedó gravemente herido. A pesar de hubo una reforma del grupo después de finalizada la Gran Guerra, en 1918, la desilusión se apoderó de los artistas y sus ideales cambiaron radicalmente. Y así, pese a la fuerza que tuvo el movimiento en sus inicios, terminó por desaparecer.

Sin embargo, su influencia fue y continúa siendo patente en varios países y movimientos de arte y diseño vanguardistas nacidos en el siglo XX, incluidos el dadaísmo, el futurismo ruso, el art déco, el vorticismo, el constructivismo y el surrealismo.

En conclusión, el futurismo fue la máxima representación de vitalidad, potencia y dinamismo de la era mecánica.