(c. 1750-1850)
El estilo neoclásico surge, en parte, como oposición a las alegres creaciones del rococó. A mitad del siglo XVII, la humanidad asistió a un renacimiento premeditado del arte grecolatino y renacentista, que fueron las principales influencias del arte neoclásico.
Ciudades enteras se encontraban sepultadas bajo las cenizas volcánicas, luego de la erupción del monte Vesubio, en el año 79 de nuestra era. De allí que, las excavaciones arqueológicas iniciadas en 1738, en Herculano, y en 1748, en Pompeya, resultaran en grandes hallazgos.
Restos de personas, animales, hogares, calles, comercios y pertenencias, se conservaron bajo las cenizas. Estos grandes descubrimientos sirvieron de inspiración para el nacimiento de un arte y una arquitectura absolutamente inéditos, cuyos modelos atendían ciegamente a las nítidas líneas y los contornos de la civilización ancestral.
Sin embargo, además de estas impresionantes revelaciones de la vida cotidiana antigua en estas dos ciudades, surgió una obra literaria colosal, en 1755, Reflexiones sobre imitación del arte griego en pintura y escultura.
Se trata de un texto escrito por el alemán Johann J. Winckelmann, que sirvió para impulsar la idea de que los aspectos más destacados del arte clásico eran la “simplicidad noble y la majestuosidad sosegada”, base teórica de toda una nueva generación de creadores y artistas.
Patriotismo, valor, reverencia y moralidad
Tal y como he apuntado al principio, el neoclasicismo nace en oposición a la frivolidad característica del rococó, bastión de la aristocracia francesa.
Previo a la Revolución, en la década de 1760, los artistas se dieron a la tarea de recrear temas de la historia grecolatina, y a retratar valores humanos tales como la valentía, la honestidad, la austeridad, la virtud y el sacrificio personal.
Este hecho propició comparaciones entre Grecia y Roma, centradas en las luchas de ambas civilizaciones por la libertad individual, extrapoladas a las que se venían presentando en Francia, antes de la Revolución.
Una vez culminada la gesta emancipadora en Francia, el país se convirtió en una democracia que derribó los cimientos del dominio aristocrático. Surgieron así nuevos liderazgos, abocados a la observancia de los altos valores y principios morales de la antigua Roma.
En este sentido, se convocó a una serie de artistas para que inmortalizaran escenas inspiradas en la historia latina, a través de la aplicación de colores fuertes y trazos firmes de tipo escultórico.
De este modo, el neoclasicismo pasó a difundirse por toda Europa, con especial incidencia en Francia e Inglaterra, expresando valores que ambos países deseaban estimular en sus gobernantes, tales como el nacionalismo, la valentía, el honor, la dignidad y la tradición.
“En el arte, es más importante cómo se plasma la idea y cómo se expresa que la idea en sí misma”.
Jacques-Louis David.
La disciplina y la sobriedad fueron características del arte neoclásico. Los artistas utilizaban técnicas muy precisas, con la intención de emular la forma y los contenidos del clasicismo.
Los pintores preferían los colores sombríos, a veces, revestidos de luminosidad y realzados mediante la aplicación de claroscuros. El trazo privaba sobre el color y la luz, incluso la ambientación.
Asimismo, los escultores pertenecientes a este período hicieron énfasis en las líneas puras terminadas en ángulos, con acabados suaves y pulidos. Meticulosidad esta que obedecía a una respuesta en contra el hedonismo propio del rococó y la teatralidad del barroco.
Muchos de los temas nacieron de la mitología grecorromana, inspirados, sobre todo, en la obra de los vates Homero y Plutarco, hecho que quedó evidenciado en las ilustraciones realizadas por el artista británico, John Flaxman, para las ediciones de la Ilíada y la Odisea.
Napoleón Bonaparte
Durante la década de 1790, surge en Francia la figura de Napoleón Bonaparte, quien influyó de manera directa en la evolución del estilo neoclásico.
Bonaparte instruyó a los artistas franceses de la época para que comenzaran a representar la historia contemporánea y abandonasen los temas grecolatinos. Encargó a varios artistas neoclásicos retratos que lo mostraran como un respetado y admirado héroe nacional.
Una vez tomó las riendas de la nación gala, Napoleón logró que los artistas comenzaran a tomar en cuenta a los héroes de la época, representados con vestimentas y otras referencias del mundo clásico, e historias del pasado reciente.
Juramento de los Horacios
Esta obra catapultó al pintor francés Jacques-Louis David a la fama. La simplicidad en la composición, con figuras agrupadas en triángulos o rectángulos, obedece fielmente a los ideales neoclásicos.
La luz no ensombrece la rigidez de las estructuras. Simplemente, se retrata la disputa entre Roma y Alba, acaecida en el año 669 a. C. Dicho combate fue resuelto entre dos bandos: los tres hermanos Horacios y los tres hermanos Curiacios.
Resultó que, una hermana de los Curiacios se había unido en nupcias con uno de los Horacios, y una hermana de los Horacios, estaba comprometida en matrimonio con uno de los Curiacios. De suyo, pese a las lamentaciones de las mujeres, el padre de los Horacios insistió en librar el combate. David pintó esta obra a conciencia, como una manera de proclamar los vientos de la Revolución francesa.
El neoclasicismo fue indisoluble de la gesta revolucionaria, hecho que quedó evidenciado en los frescos elaborados por Jacques-Louis David quien, también tuvo influyó en la política.
Previo a la Revolución francesa y, hasta la caída de Napoleón I, David produjo una serie de pinturas que sirvieron de propaganda para azuzar el levantamiento popular y proclamar a Napoleón como emperador.
“Dotar a un cuerpo de la forma perfecta: eso y solo eso es ser un artista”.
Jacques-Louis David.
Uno de los principales artistas formados en el gran estudio de David fue Jean-Auguste-Dominique Ingres, quien no se involucró en política, pero pasó gran parte de su vida en Italia. No regresaría a su país natal hasta la restauración de la monarquía.
Este artista sería considerado como el non plus ultra del neoclasicismo. El pintor centraba su visión de la pintura en la precisión de los trazos para representar los temas clásicos. Su arte predominó en la pintura francesa durante la primera mitad del siglo XIX.
Otro de los pintores neoclásicos fue Antonio Rafael Mengs, considerado como el más grande en toda Europa. Influyó ampliamente en la cultura y el arte de la época, a partir de su tratado titulado Reflexiones sobre la belleza, escrito en 1762.
Sin embargo, el verdadero estandarte de la pintura neoclásica sería el veneciano Antonio Canova, reconocido por sus esculturas gráciles y elegantes, elaboradas en mármol, que muestran con suma delicadeza la carne.
Por otra parte, Antoine Houdon, también fue muy loado, principalmente, por sus bustos y estatuas de filósofos, inventores y figuras políticas pertenecientes al período de la Ilustración.
En conclusión, en el neoclasicismo asistimos a un renacer revolucionario, tendente a la búsqueda de la belleza y la perfección de las formas.