(1886-c. 1900)
Tal y como ya he apuntado con anterioridad, algunos artistas de finales del siglo XIX comenzaban a ver las limitaciones del estilo impresionista que, si bien ejerció una enorme influencia en el arte, se hacía necesaria su renovación y modernización.
El nuevo estilo que surgió a partir de la obra de Seurat, dio paso a lo que se conoce como neoimpresionismo, un término acuñado por el crítico y artista Félix Fenéon, en el año de 1886.
Seurat fue un estudiante de pintura más quien se formó en la École des Beaux-Arts, principal escuela de arte de París, Francia. Se especializó en arte clásico y renacentista en el Louvre, amante fiel de la obra de los impresionistas.
A medida que iba evolucionando como artista, Seurat se centró en un aspecto específico del impresionismo, con nuevas técnicas, concepciones y planteamientos en relación con este.
Gran admirador de las vibrantes paletas de los impresionistas, se dedicó a explorar a profundidad y a explotar las teorías científicas del color, todavía más que sus predecesores.
En líneas generales, los impresionistas utilizaban el color de una manera intuitiva, confiando plenamente en la percepción de los objetos a describir que tenían delante de ellos.
Para ello, aplicaron distintas tonalidades, evitando con frecuencia el negro. Seurat también muestra un interés en plasmar la luz y el color, pero, a partir de un método científico mucho más tradicional para usarlo en sus pinturas.
Asimismo, reaccionó en contra de los efectos efímeros creados por los impresionistas y, en cambio, concibió una técnica altamente estilizada y formalizada.
“Hay quien ve poesía en mis pinturas; yo solo veo ciencia”.
Georges Seurat.
Puntos coloreados
El neoimpresionismo fue un nombre utilizado en positivo para describir lo que se consideraba una nueva fase del impresionismo. Se trata de un término alusivo a una técnica pictórica específica, en la que los pigmentos no se mezclan en la paleta ni en el lienzo, sino que son puntitos de color puro colocados unos junto a otros, hasta lograr construir la imagen.
Son los ojos del espectador quienes, desde lejos, mezclan los colores. Seurat revisó las teorías del color de Chevreul, Rood y Blanc. Una vez convencido de que conseguiría crear colores más intensos, que llamaran más la atención de los espectadores, se decidió a usarlas en sus pinturas. Se sentía muy atraído, sobre todo, por la “ley del contraste simultáneo”, según la cual los colores complementarios, es decir, opuestos en la rueda de color, se resaltan mutuamente cuando se yuxtaponen.
Teorías del color
A lo largo de todo el siglo XIX, varios científicos se permitieron publicar obras divulgativas acerca de las teorías del color, nuestra percepción del mismo y los efectos ópticos. Entre los más importantes autores destacaron Charles Blanc, Ogden Rood, Johann Wolfgang von Goethe y Michel Eugéne Chevreul.
Estas teorías incluían ideas acerca de la yuxtaposición de los colores, contrastes y armonías, e influyeron enormemente en los artistas y, muchas veces, sirvieron de base a las técnicas neoimpresionistas.
La nueva técnica pictórica creada por Seurat fue bautizada por él mismo con el nombre de “separación del color”, aunque, también se la conoce como “divisionismo” o “puntillismo”, término que el propio Seurat rechazaba.
La idea general era colocar colores independientes, en lugar de mezclados, con tal de imprimirles mayor vitalidad e intensidad y llamar aún más la atención del espectador.
Contrastes complementarios
Los colores complementarios son el naranja y azul, violeta y amarillo, rojo y verde. Al yuxtaponerlos, estos se realzan y se vuelven más vívidos. En una carta escrita en 1890, Seurat explicaba cómo su arte se basaba en este tipo de contrastes de claroscuros y colores complementarios: rojo-verde, naranja-azul, amarillo-violeta.
Por otra parte, el método divisionista de Seurat se fundamentaba en las reglas de la teoría del color, en base a la cual determinaba el tono de cada pincelada aplicada en sus lienzos.
Las modelos
Las modelos es el título de la tercera gran obra expuesta por Seurat y su segunda obra absolutamente divisionista o neoimpresionista. Se trata de un lienzo gigantesco, con las mismas dimensiones con las que trabajó la mayoría de sus obras.
Destaca la pequeñez de los puntos y la meticulosidad en el proceso creativo de la pintura. Seurat disponía los de cada tonalidad, hasta construir la imagen multicolor final.
El lienzo muestra una modelo en tres momentos distintos, desnudándose, posando y vistiéndose en el estudio del artista, frente a su obra La Grande Jatte, apoyada en la pared.
Tal vez, Seurat pretendiese mostrar que, un tema tradicional también podía someterse a su novedosa técnica, tanto como cualquier otra materia impresionista. Por último, se ven zapatos, sombreros y parasoles desperdigados por el suelo de la habitación, así como un cesto con flores.
Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte es la segunda obra expuesta por Seurat, considerada posteriormente como la iniciadora del divisionismo. Fue la pintura maestra que inspiró a Fénéon el nombre del movimiento, aun cuando llegó a ser vilipendiada con severidad.
El divisionismo fue un método polémico, considerado mecánico y antinatural, totalmente contrario a los preceptos y nociones del arte más comúnmente aceptadas.
Si bien las escenas urbanas se asemejaban a las representadas en muchos cuadros impresionistas, en lugar de transmitir sus efectos efímeros, Seurat buscó captar algo más significativo.
“El pintor anarquista no es aquel que crea pinturas anarquistas, sino el que lucha con su individualidad contra las convenciones oficiales”.
Paul Signac.
La influencia del neoimpresionismo
En el primer Salón des Indépendants de 1884, exposición anual alternativa al Salón gubernamental oficial, Seurat conoció a Paul Signac, pintor quien rápidamente se adscribió a sus métodos y teorías del color. De esta forma, Signac comenzó a experimentar con el método divisionista de pintura.
Si bien sus marcas siempre fueron más vagas y dispersas que los diminutos puntos de Seurat, es decir, mucho menos sutiles, sus lienzos se veían significativamente más luminosos.
Signac fue un exponente sumamente prolífico quien se paseó por diferentes temas, casi todos representados en paisajes mediterráneos, con la costa, el mar y barcos al fondo.
Después de la prematura muerte de Seurat, acaecida en el año de 1891, Signac pasó a tomar las riendas del movimiento neoimpresionista, al cual se mantuvo fiel toda su vida.
Asimismo, influyó profundamente en futuros autores de la talla de André Derain y Henri Matisse. Otros pintores del estilo quienes también expusieron en el Salon des Indépendant fueron Henri Edmond Cross, Albert Dubois-Pillet y Charles Angrand.
Camille Pissarro y su hijo Lucien, también se dejaron seducir por la técnica divisionista, aunque aplicaban diminutas pinceladas en lugar de puntos. No obstante, Pissarro retomaría posteriormente un estilo más impresionista.
Ni siquiera el gran Vincent Van Gogh pudo escapar al influjo neoimpresionista, fascinado por las nuevas teorías cromáticas pertenecientes a un estilo que, si bien efímero, ejerció una extraordinaria influencia en el arte del siglo XX.
En conclusión, el neoimpresionismo contiene todas las teorías del color científicas aplicadas a la pintura.