Nueva objetividad

(1923-1933)

La Neue Sachlichkeit, o “Nueva Objetividad”, surge durante la década de los años veinte en Alemania, como una necesidad de un grupo de artistas de representar la realidad de la situación de la sociedad tras el fin de la Primera Guerra Mundial.

Muchos de los artistas involucrados en la Nueva Objetividad fueron hijos del expresionismo y el cubismo, otros procedían del futurismo o el dadaísmo. Sin embargo, todos ellos coincidían en oponerse al arte vanguardista y, en particular, al abstraccionismo.

A su vez, reaccionaron en contra de la indignidad y los horrores de la Gran Guerra. Los artistas alemanes inscritos dentro del movimiento de la nueva objetividad, abogaban por la denuncia de los actos de corrupción y las grandes contradicciones sociales que atestiguaban a su alrededor.

La conmoción y la desilusión provocadas por el conflicto armado y los acontecimientos subsiguientes, les imbuyeron de una actitud que, en lugar de volcarlos hacia una visión utópica de un mundo más perfecto, les sirvió a los artistas como forma de protesta. Plasmaban la realidad y sus errores, tal como la veían.

Expresiones imparciales

Por todo lo anterior, se puede decir que, al igual que muchos movimientos precedentes, la nueva objetividad fue tan emocional como el resto de los movimientos vanguardistas, a pesar de que los artistas se mantuvieron objetivos en cuanto a su visión de lo absurdo de la guerra.

Aun así, en lugar de tratarse de un movimiento en pleno, la nueva objetividad fue más una tendencia o una corriente. Los artistas no trabajaban en grupos, sino de manera individual. Es por ello que, muchos historiadores aún se debaten entre si llamarlo movimiento.

Los adscritos a la Neue Sachlichkeit, operaban en las ciudades alemanas de Colonia, Berlín, Dresde, Karlsruhe, Düsseldorf, Hannover y Münich. A pesar de las grandes similitudes entre ellos, cada cual expresó sus emociones de manera personal.

El pintor Gustav Friedrich Hartlaub, quien ostentó el cargo de director del Museo Stadlische Kunsthalle, en Mannheim, utilizó por primera vez el término “nueva objetividad” para describir a estos artistas rebelados en contra de las ideas de la modernidad, y que retornaron hacia los valores pictóricos tradicionales.

Martha, Georg Schrimpf, 1925, óleo sobre lienzo

Los artistas alemanes de la nueva objetividad realizaron composiciones esmeradas para representar escenas cotidianas en situaciones irreales, a partir de estilos pictóricos más detallados y realistas, provenientes del Renacimiento nórdico.

Concentraron su atención en la precisión de los contornos y la perspectiva, utilizando una paleta natural o atenuada, con pinceladas aclaradas y no obstrusivas. Las figuras eran dispuestas en el centro de cada tema, por lo general, interiores u otras escenas domésticas.

Mi objetivo es que todo el mundo me entienda. Rechazo la ‘profundidad’ que el público exige en la actualidad”.

George Grosz.

Entre los principales y más destacados exponentes de la nueva objetividad se encuentran Herbert Böttger, George Grosz. Beckmann, Otto Dix, Georg Scholz, Rudolf Schlichter, Conrad Felixmüller, Christian Schad y Georg Schrimpf.

Otto Dix y George Grosz combatieron en el frente durante la Primera Guerra Mundial, pudiendo ser testigos en carne propia de la abominación y las atrocidades de las trincheras.

Se oponían con vehemencia a la coyuntura política y económica de la Alemania de la postguerra y buscaron siempre transmitir esa incomodidad con los acontecimientos, desde el mismo año de 1918.

Dix se dedicó a pintar la ignominia de la guerra y la corrupción imperante en esos años en Berlín. Paralelamente, Grosz plasmará también su disgusto con la sociedad alemana de la época.

Realismo mágico

En 1925, el periodista y crítico de arte Franz Roh redactó un artículo titulado “Nach Expressionismus: Magischer Realismus” (“Después del expresionismo: realismo mágico”), acerca de algunas obras que contempló en la exposición celebrada en la ciudad de Hartlaub ese mismo año.

Fundamentalmente, el realismo mágico era equivalente a lo que Hartlaub denominó la vertiente clasicista de la Neue Sachlichkeit. Asimismo, Roh se decantó más por utilizar el adjetivo “mágico” en lugar de “místico, para denotar los elementos mágicos de muchas de las pinturas. El uso del término se difundió, si bien no se aplicó de manera coherente. Durante la segunda mitad del siglo XX, el nombre describió otro estilo de escritura y pintura en Europa y América.

En 1925 se llevó a cabo la exposición “Die Neue Sachlichkeit: Deutsche Malerei seit dem Expressionismus” (“La nueva objetividad: pintura alemana desde el expresionismo”), en el Museo de Hartlaub.

Congregó más de 120 pinturas de 32 artistas, descritos en la introducción de la misma como pertenecientes a dos tipos: los veristas, o narradores de la verdad, de izquierdas, agresivos y dispuestos a reflejar las inseguridades, ansiedades y recuerdos fantasmales de la guerra, y los clasicistas, menos hostiles.

Estos se dedicaron a pintar imágenes menos inquietantes y más objetivas en función de captar la atemporalidad y el orden presente. En cambio, los veristas distorsionaban las apariencias para realzar la fealdad y provocar una reacción inmediata en el espectador.

Dix y Grosz fueron veristas, mientras que Schrimpf y Carl Grossberg eran clasicistas, aunque (pronto se los clasificaría como realistas mágicos).

Llegará un día en que el artista dejará de ser ese bohemio anarquista y engreído y se convertirá en un hombre rico que trabaja claramente en una sociedad colectivista”.

George Grosz.

Crítica social

A la par del desarrollo del surrealismo, el expresionismo y los estilos de abstracción geométrica, los nuevos objetivistas generaban una crítica social mucho más honesta cínica. Este cinismo era alimentado por la Gran Guerra, al igual que otros movimientos tales como el dadaísmo.

No obstante, la nueva objetividad recurrió al detalle realista para destacar los horrores y la corrupción de las personas y la sociedad. Comparable con el realismo social surgido en Estados Unidos, pero menos agresivo en su interpretación artística que en Alemania.

Beckmann retrató escenas amenazantes, al estilo de los vitrales medievales.  Schad pintó imágenes con frecuencia eróticas muy precisas, mientras Dix y Grosz apostaron por agresivas y satíricas interpretaciones de las divisiones sociales en la sociedad alemana: la crudeza de las condiciones del tratado de Versalles y la, depravación.

En conclusión, la nueva objetividad buscó plasmar las realidades de la sociedad alemana tras la Primera Guerra Mundial.