Ukiyo-e

(siglos XVII-XX)

Según el budismo, Ukiyo-e, mundo flotante y en constante evolución y movimiento hacia adelante, es un término con el cual se reconocen a una serie de grabados realizados en Edo, antiguo nombre de Tokio, capital de Japón. En conjunto, se traduce como “pinturas del mundo flotante”.

Durante más de dos siglos y medio, la arcaica Edo pasó a ser una de las mayores ciudades del orbe, concretamente entre los años de 1603 hasta el 1868. Estuvo regentada bajo el opresivo mandato de los sogunes.

Estos hacían las leyes y regulaban el ocio y los lugares de placer y entretenimiento de los ciudadanos, quienes debieron mantenerse bajo la creencia utópica e improbable de poder disfrutar de esparcimiento. El deseo de relajarse se hizo imposible de cumplir para muchos. 

Cortesanos, geishas, luchadores de sumo y actores de kabuki, fueron las celebridades que más brillaron durante el período Edo, en Japón. Todo este variopinto grupo de personas, habitaba en los barrios de la zona roja, los barrios de placer, por así decirlo, convirtiéndose en inspiración para muchos personajes literarios japoneses.

De los textos más populares destacan las novelas ukiyo zoshi, o “cuentos del mundo flotante”. Por otra parte, también las xilografías y pinturas ukiyo-e son más que representativas.

El concepto de Ukiyu-e

La idea de “mundo flotante” se refiere a la fugacidad de la vida. Sin embargo, esta acabó aludiendo al desenfado y la alegría que se respiraba en este tipo de ambientes nocturnos de jolgorio, ubicados en aquellos suburbios de una ciudad dinámica en crecimiento.

No obstante, para la gente de a pie, aquella vida disipada distaba mucho de su realidad cotidiana. Eran estelas flotantes, pero, por sobre su existencia. Un sueño inalcanzable y nada más.

Entonces, de inmediato los artistas comenzaron a producir una serie de representaciones de aquella vida plácida y glamorosa, que comenzaron a cotizarse muy bien en el mercado.

Todo ello, gracias a esos mundos seductores a los que, posteriormente, añadieron paisajes, escenas narrativas y, claro, aves, que son el mejor ejemplo de lo que significa “el mundo flotante”.

Este tipo de pinturas sembraron un hito en la historia japonesa, ya que había para todos. Es decir, por primera vez se podía complacer los gustos del público en general.

Hiroshige

Utagawa Hiroshige, seudónimo artístico de Andō Tokutarō ​pintó, desde un punto de vista cenital, a un grupo de zorros apiñados bajo un inmenso árbol de almez. La escena muestra el santuario de Oji Inari, al norte de la ciudad de Edo.

Según cuenta la leyenda, en aquel almez frente al santuario se reunían los zorros de la región de Kanto, antes de sufrir una transformación en humanos el día de Nochevieja.

Los lugareños predecían los resultados de las cosechas, estudiando las auroras boreales. Hiroshige fue el último gran maestro de ukiyo-e, y quien rompió con las tradiciones del estilo. Dejó de lado la representación de personas famosas y se dedicó a plasmar sus observaciones de la naturaleza.

Con una exquisita demostración de dinamismo en los ángulos, los  Zorros de fuego en la Nochevieja bajo árbol enoki, de la serie “100 famosas vistas de Edo”, está llena de potencia y dramatismo, aún más si se tiene en cuenta que los japoneses leen de derecha a izquierda.

Zorros de fuego en la Nochevieja bajo árbol enoki, de la serie “100 famosas vistas de Edo”, Ando Hiroshige, 1857, xilografía.

En cierto sentido, toda mi obra se basa en el arte japonés”.

Vincent van Gogh.

Desde las alturas

El nombre de “ukiyo-e” alude a la idea de “flotar sobre los mundos representados por el arte”. La intencionalidad de las imágenes retratadas por los artistas era transmitir a la vista la sensación de estar contemplando y disfrutando la cara positiva y más amable de la vida.

En tal sentido, con un dominio extraordinario de la perspectiva, los artistas logran inocular en el espectador el efecto de estar sobrevolando un paisaje o un acontecimiento determinado, con encuadres muy fotográficos, a pesar de que los ukiyo-e aparecieron mucho antes de la invención de la fotografía.

Estas composiciones inusitadas movían al espectador, despertaban en él fantasías oníricas, de ensueño, a través de la representación de instantes etéreos, a menudo realzadas con trazos diagonales, que imprimían mayor movilidad a la pintura.

La intención no era imitar tonalidades o texturas. Las imágenes eran tan solo eso, y en ninguna forma buscaban representar fielmente la realidad. Se atendía a la armonía en el color, así que algunos espacios en blanco eran intercalados dentro de las zonas de color.

Envidio a los japoneses por la enorme claridad que impregna su obra”.

Vincent van Gogh.

Tinta impresa

El ukiyo-e se popularizó dentro de un vasto mercado, sin embargo, una buena parte del público no devengaba lo suficiente para dedicarse a adquirir pinturas tan costosas, ya que, al principio, estas estaban elaboradas con tinta china.

Sin embargo, a partir de 1670, el padre del ukiyo-e, Hishikawa Moronobu comenzó a experimentar con la impresión monocromática con planchas de madera, técnica conocida con el nombre de xilografía.

La misma se volvió rápidamente muy popular, ya que los precios bajaron significativamente y las obras se volvieron mucho más asequibles. Hasta el año 1765, algunas de ellas se retocaban con pinceladas de tinta de color.

Posteriormente, Suzuki Harunobu concebiría una técnica para imprimir a color. Se trataba de un método preciso, que permitió aplicar vivos colores a las estampas, mucho más llamativas en sus diseños a partir de ahora.

Otros artistas prominentes quienes ejercieron una gran influencia en su época fueron Okomura Masanobu, Kitagawa Utamaro y Toshusai Sharaku. Hacia el siglo XIX se incorporaron a los ukiyo-e imágenes de la cultura urbana y paisajes.

Artistas como Katsushika Hokusai y Ando Hiroshige, con su estilo grácil y delicado, también crearon grandes representaciones del mundo natural desde esta perspectiva novedosa.

Los períodos Edo y Meiji

La era Meiji sucedió al período Edo, alrededor del año de 1867, y se extendió hasta 1912. Si bien el período fue relajado, más pausado y tranquilo, el Meiji se caracterizó por ser una era de grandes cambios, una vez se restituyó el poder al emperador.

Debido a ello, el ukiyo-e se vio trastocado cuando Japón estableció lazos comerciales con Occidente y se filtraron influencias extranjeras.

No obstante, dicho intercambio comercial era tan solo entre Japón, Holanda y China. Pese a tal aislamiento, los holandeses difundieron sus ideas y descubrimientos científicos en Japón y, en contraprestación, dieron a conocer la cultura nipona en Europa.

Tras la restauración Meiji, en el año de 1868, Japón restableció los lazos comerciales con el resto del mundo. Así, las ideas de la perspectiva lineal y la fotografía influyeron poderosamente en el arte japonés. Poco a poco el ukiyo-e fue feneciendo y pasando de moda en Japón. Las estampas habían perdido su valor original.

No obstante, cuando el ukiyo-e fue dado a conocer en Europa, los artistas cayeron rendidos ante aquellos planteamientos: sus inusitados puntos de vista, los colores brillantes y lisos, así como las perspectivas inclinadas, nunca antes vistas en Occidente.

Tales ideas serían el germen de Art Nouveau posterior, así como de los movimientos impresionistas y postimpresionistas, en una moda que sería conocida con el nombre de Japonisme, acuñado en Francia.

En conclusión, nos encontramos frente a las xilografías y pinturas japonesas de un mundo en constante cambio.