Pintura Metafísica

(1917-década de 1920)

Reaccionario y absolutamente opuesto a las ideas del cubismo y el futurismo, surgió de la mente del pintor italiano Giorgio de Chirico el concepto de Pittura metafísca, “pintura metafísica”, en el año de 1917.

Un movimiento pictórico al cual también se adscribió su colega Carlo Carrá con sus imágenes carentes de toda lógica, oníricas e increíbles, que asombran al espectador mediante yuxtaposiciones inesperadas y espectaculares perspectivas, con tal de influir en el subconsciente.

Antes de ser el pintor consumado que fue, De Chirico se había formado en la ingeniería. Vivió sus primeros 23 años entre tres ciudades europeas, Atenas, Florencia y Münich, y estudió arte en todas ellas.

En Münich se inspiró en la filosofía nihilista de Schopenhauer y Nietzche, Otto Weininger, pero, además por la poética simbolista de Max Klinger y Arnold Böcklin.

Ya en 1920 se había establecido en Florencia, lugar donde produjo una serie de pinturas bajo el título: “Plazas metafísicas”, tomando como referencia la arquitectura italiana y el arte simbolista.

Sus extraños e inquietantes paisajes urbanos de ensueño, llenos de una absoluta irreverencia, mostraban una pintura indiferente a los muchos movimientos vanguardistas que allí vio, tales como el cubismo y el fovismo, mientras que, por otro lado, fue un ferviente admirador de los artistas que seguían plasmando elementos realistas en sus pinturas.

Desde el principio de su prolífica carrera artística pintó figurativamente y, en París, participó en dos muestras celebradas en el Salon d’Automne y en el Salon des Indépendants. A pesar de que su obra no tuvo el recibimiento esperado, Picasso, Apollinaire y Paul Guillaume se mostraron fascinados ante ella.

De regreso a su país natal, De Chirico no tuvo que servir en el ejército del cual fue incapacitado, de modo que, durante los años de la Gran Guerra se trasladó a la ciudad de Ferrara, donde pintó con ahínco hasta que, en el año de 1918 viajó a la capital, Roma.

Su pintura reflejaba escenas divorciadas de toda racionalidad, pesadillescas e inquietantes, a la par de convincentes. En todas ellas predomina la perspectiva, con figuras etéreas y misteriosas, representadas en escenas con sombras de una marcada teatralidad y una extraña iluminación, apacible y siniestra a la vez.

Todas incluyen temas derivados de la arquitectura con rasgos clásicos, perspectivas exageradas e incongruencia en la disposición de los elementos. También incorporó objetos ilógicos, desconcertantes e insólitos.

‘Las musas inquietantes’ (1917)

Arte visionario

Los pintores metafísicos representaban deliberadamente esta serie de imágenes perturbadoras, ya que, según su filosofía esta era la manera de lograr una mayor profundidad en la perspectiva y ahondar en las superficies visibles de la vida cotidiana.

Con ello, los artistas pretendían estimular a los espectadores a mirar más allá de las apariencias superficiales y cuestionar los enigmas y misterios que nos rodean. Muchas de estas escenas muestran plazas urbanas desoladas, espacios cerrados, opresivos, que aluden a una especie de confinamiento del alma.

Los edificios y estatuas se alzan rígidos, en silencio absoluto, con sombras alargadas, mientras se observan trenes recorriendo las calles en la distancia y los relojes marcan las horas en las ciudades vacías.

La finalidad de estas pinturas era implotar el inconsciente con sensaciones de aprehensión y de mucho suspenso. Jamás incluían indicaciones reales de horas o ubicaciones exactas. Los metafísicos pretendían desentrañar los misterios de todo lo que nos rodea.

Carrà afirmó, en su momento, que su conciencia de los objetos cotidianos apuntaba a un “estado del ser superior y más oculto e insondable” y, tanto él como De Chirico creían estar siguiendo las tradiciones distintivas del arte italiano anterior, en particular, las pinturas de Giotto y Paolo Uccello.

Dos formas de existencia

La filosofía metafísica de De Chirico se centraba las ideas nietzcheanas de que todo lo existente en el mundo visible encierra dos tipos de realidad: la existencia normal y cotidiana que todos conocemos y otra forma de ser superior, que el propio pintor describió como una “manifestación espectral que solo es posible apreciar en un estado contemplativo o de clarividencia.

De Chirico buscaba traspasar con su pintura la primera forma de existencia para alcanzar la segunda y, a través de sus obras, ayudar a los demás a experimentar esa segunda forma tan esquiva de realidad.

En 1918, De Chirico redactó y publicó manifiesto titulado Noi Metafisica (Nuestra Metafísica”), en el cual expone sus planteamientos para lograr su objetivo final de mover el inconsciente del espectador.

Encierra mucho más misterio la sombra de un hombre caminando en un día soleado que ninguna religión en el mundo”.

Giorgio de Chirico.

Valori Plastici

El periódico de arte Valori Plastici, vio la luz en su primera edición entre los años de 1918 y 1921, en Roma, en italiano y luego traducido al francés. Su editor era el crítico y pintor Mario Broglio.

Las primeras entregas incluían artículos explicativos de la pintura metafísica, originales de Savinio, De Chirico y Carrà.

Si bien la publicación también contenía artículos sobre el arte vanguardista, tales como el neoplasticismo y el cubismo, se trató principalmente de una crítica en contra del arte moderno, que abogaba por una vuelta hacia las tradiciones clásicas y el uso de técnicas naturalistas.

La Scuola Metafísica

Apollinaire fue el primero en utilizar el término Pittura metafísica, alrededor del año 1913. La usó con la intención de definir el estilo pictórico de De Chirico. Entre tanto, en Italia, Carrà se había deslastrado del futurismo y, en 1917, conoció a De Chirico mientras ambos convalecían en un hospital en Ferrara.

Los dos artistas comenzaron a trabajar a cuatro manos, con una extensa producción de obras siniestras e inquietantes, pero, en paralelo, cargadas de un sorprendente realismo.

Poco tiempo después se unió a ambos el hermano menor de De Chirico, Alberto Savinio, escritor y compositor musical, el poeta Filippo de Pisis y Giorgio Morandi

Entre todos formaron la llamada Scuola Metafisica, que sirvió de ágora para debatir y explorar a profundidad las ideas de los filósofos alemanes que De Chirico había estudiado, mientras vivía en Münich, tales como el conocimiento intuitivo de Schopenhauer, el concepto del enigma de Nietzsche o la metafísica geométrica de Weininger.

También analizaron la obra de los simbolistas y el orfismo, que el poeta Apollinaire había descubierto a De Chirico en París. Estos fueron factores determinantes para explicar sus ideas sobre el arte, la pintura y la estética.

Para ser verdaderamente inmortal, una obra de arte debe sobrepasar todos los límites humanos: la lógica y el sentido común sólo pueden interferir”.

Giorgio de Chirico.

Surrealismo

En el otoño de 1919, De Chirico publicó un artículo en el periódico de arte Valori Plastici bajo el título: El retorno del artesano. En él apostó por una vuelta a los métodos tradicionales de la pintura y la representación.

En 1920, De Chirico discutió acaloradamente con Carrà y el grupo acabó por desaparecer, aunque, en 1921 ambos expusieron junto a Morandi en una muestra colectiva titulada “Joven Italia”. Si bien la pintura metafísica fue de corta duración, sus ideales tuvieron una gran repercusión en el arte posterior.

Italia vivió un renacer del clasicismo, en Alemania varios artistas se vieron impulsados considerablemente y, tal vez lo más importante, en Francia inspiró el advenimiento del surrealismo.

En conclusión, la pintura metafísica intentó develar verdades enigmáticas ocultas tras las apariencias.